Un reloj automático tiene una masa oscilante, conocida como rotor, integrada en el movimiento. En algunos relojes, se puede ver a través del fondo transparente de la caja. El rotor gira con el movimiento de su brazo y genera energía, que luego se transfiere a una bobina metálica llamada muelle real, que se ubica en una caja cilíndrica llamada barrilete. La energía almacenada en el barrilete recibe el nombre de reserva de marcha. La reserva de marcha de nuestros relojes automáticos puede variar de 38 horas a cinco días (120 horas), si su reloj incorpora uno de los movimientos de última generación de la serie Calibre 400 de Oris.